1.12.10

Creando realidades o diálogos

By © Claudio Álvarez Velden. Santiago, 26-Nov-2010.

Ja, mira lo que me encontré! –prorrumpió la princesa Esplendorosa tras gratamente sorprenderse con los hallazgos realizados aquella primaveral tarde al interior del desvencijado y vasto baúl de su ático. No sabía que tenías un Cuaderno de Juegos –anadió-.

Ah, sí -musitó despreocupadamente el príncipe Escurridizo, mientras continuaba leyendo los matutinos europeos en relación a las filtraciones acaecidas-. Lo tengo hace un tiempo, aunque lo había olvidado. De hecho, se ve anticuado. Tendré que remozarlo.

¿Sabes? –inquirió la princesa-. No –respondió el príncipe-. Me parece esta crítica muy acertada, juiciosa e informada. Aunque un poco acre. Reconozco en tu escritura influencias argentinas, norteamericanas, nacionales e inglesas. Tú sabes que soy mujer de letras, me conoces, aunque trato de parecer mundana. –Arabescas, agregaría-. Es realmente un deleite para mis sentidos tu lectura, aunque debo reconocer que poco develada. ¡¿Qué?! ¡¿Por qué me miras así?!. No puedo hablarte de otra forma, tú sabes que soy apasionada.

Lo sé. Recuerda que nos conocimos el otro día –dijo el príncipe Escurridizo, en un tono que no permitía discernir ironía o seriedad, mirándola de soslayo para ver su expresión-.

¿El otro día, príncipe Escurridizo?. Al parecer tu tiempo corre como el del farolero en la novela de Saint Exupery. De ser así, imagino que este diálogo ya habrá durado un par de meses en su escritura y varias horas en su lectura –dijo mordazmente la princesa Esplendorosa-.

Comprendiéndola a plenitud y regocijándose con ello, el príncipe Escurridizo no pudo sino asentir. ¡Tienes razón!. Ya son varios años que te conozco y me alegra, pero la verdad es que el tiempo pasa demasiado rápido. Apenas creo fue ayer cuando nos conocimos, en la Sierra.

-Sí, pasa rápido. Cada día se está más cerca de la cita con la tierra. ¿Sabes lo que creo sería interesante registrases bajo la exquisitez y finura de tu pluma, cuando no navaja de barbero en mano de orangután de la Rue Morgue?.

-No me apures, déjame pensar... Conociéndote, ¿Sobre el talento? ¿La juventud? ¿La sencillez? ¿La amistad? ¿Tu confusión de mi opción sexual el día que nos conocimos, mientras disputábasme, cuan trofeo de seducción, con tu amigo gay? ¿O de la señora bebida y afiebrada, anhelante de introducirse a mi carpa o que yo me introdujera en ella?.

Ja, eres un deslenguado. Por eso me encantas. Bueno, por eso y porque el otro día al salir del bar y te abracé para no extraviarme(te/nos), pude sentir el rigor de la actividad física en tus tensos y fibrosos músculos.

Oíga!(se), princesa. No hable de ese modo, podrían escucharla. Usted sabe como son en esta larga y angosta faja de envidia. A mi también me encanta departir contigo, lo sabes, aunque sean poco frecuentes nuestros encuentros corporales… ¿Te parece que escriba sobre la vida y la biologia, que mezcladas con cordillera y vino pueden formar una linda amistad?. Haré el esfuerzo, bien vale la pena. Y desvaneciéndose ella de su mente, el príncipe Escurridizo se lazó a escribir, leerse y releerse.