25.3.12

Persistencia de una realidad moralmente objetiva


En esta nueva entrega, Rodrigo del Campo aborda la persistencia como una manera equivocada de enfrentar los problemas y/o asuntos, sosteniendo que debe preferirse la eficacia y eficiencia a ella. Personalmente creo que confunde los términos, pero podrán evaluarlo ustedes mismos. Perseverancia, Pasión, Esfuerzo y Disciplina, son en mi opinión -lo he sostenido, lo sostengo y lo sostendré-, las características necesarias para abocarse a cualquier proyecto que se emprenda y conseguirlo será sólo cuestion de tiempo y recursos, es decir, de efectividad. Ahora si se logra con eficiencia, mejor aún, pero es otra cosa. Como sea, el mensaje que se obtiene de esta nueva lectura de carrera profesional es que hay que ser creativos en la resolución de un problema o asunto. Ya se sabe -supongo- eso que para un carpintero todos los problemas tienen forma de clavos y por tanto, se resuelven con un martillo; o en en otras palabras, que la realidad no es objetiva, sino que depende de los filtros que tenemos: prejuicios, creencias, valores; en definitiva, de la experiencia de vida personal que tengamos... Esto me lleva a recordar una anecdota que le pasó a un amigo, relacionada con una feria del libro usado a la que recientemente asistió, según me confidenció. La organizaban los mismos apoderados de un colegio capitalino. En uno de los stand llamó su atención el título “Matrimonio a la Chilena” de Elizabeth Subercaseaux. No es necesario ser genio para suponer acertadamente que esta escritora escribe desde un sector acomodado de la población, por lo tanto no dejaba de ser interesante descubrir en sus páginas una realidad ajena, pero no por eso distinta -los problemas son tranversales a todos los sectores socioeconómicos, pero la forma de ellos y la manera de resolverlos, claramente distintas- a las otras que había leído en novelas de Oscar Castro, Augusto D’Halmar o Alberto Romero -justamente, con sorpresa, reparé que este amigo gustaba de los mismos títulos que yo. Transmutación metamórfica hacia el objeto admirado o parecimiento por estrechez de vínculos?-. En su primera página -continuaba con su relato- se leía: “Con todo cariño para ti, en este día tan especial. Recuerda que en un rincón de mi corazón siempre habrá un lugar para ti. Un beso grande. Nombre de hombre. 24/5/19....” Lo que no sabía quien hiciera el regalo, es que no había el mismo espacio en la biblioteca de esta apoderada, pero esto ya es una de las tantas hipótesis. El hecho “objetivo” es que el mentado regalo estaba a la venta y por $1.000 (mil pesos, del 2012!). Extrañado de que alguien se deshiciera de un regalo, y por un tema de “moral”, entiendo se obligó a mostrarle la dedicatoria y preguntarle que pasaba el 24/5. “Es mi cumpleaños”, respondió ella sin agregar más -también el de mi amigo, pensó él. Coincidencias...-. Al menos sabía que estaba vendiendo el libro. Tras pagarlo y nuevamente por un tema de “moral” para consigo mismo, le indicó que una vez lo leyera, y si repetían la feria, volvería para vendérselo -claro que no indicó el precio. Al menos 3 mil pesos por un título original Alfaguara, en perfectas condiciones-. No creo se lo compre. No ella. Pero sí cualquier otro. El hubiese pagado eso. Yo hubiese pagado eso. Pero jamás lo hubiésemos vendido si fuera regalado y menos aún, si estuviera dedicado. Por qué lo vendía esta señora?. Habría que elucubrar respecto a su concepción de vida: quizás no le gustó el libro. Quizás necesitaba plata. Quizás no tenía espacio donde ubicarlo. Quizás sus niñitas le rogaron llevar algunos libros a la feria, incluído aquel. Quizás lo encontró tan buenísimo -al punto de ser una de las 100 lecturas que hay que vivenciar antes de morir- que por un tema “moral” consigo misma, debía tratar de socializarlo con cuantos pudiera. Y en lugar de entregarlo gratuitamente a través de un préstamo o regalo mal concebido a alguien que no supiera valorarlo a completitud, decidió obsequiarlo por la módica de 1000 pesos. Un regalo. Pero uno en el que repararía sólo un asiduo lector. Como sea, para otros, dicha acción “objetiva” resultará ser una verdadera herejía, algo ofensivo, algo inmoral. “Jamás yo vendería uno de mis libros. Menos si me lo han regalado y dedicado”, habría dicho una de mis amigas a la que le contase la anécdota. Quizás sea cierto que uno sólo se rodea con sus pares. Quizás sea cierto que comienza a producirse una suerte de asimilación psico-socio-corporal con las cercanas o una copia farisea de pensamientos ajenos, para parecer -simular- ser un par. En cualqiuier caso, las razones de dicha apoderada se las llevará a su cuarto. -Esperaría obtener las respuestas allí- continuó mi amigo. Sólo por el placer de satisfacer mi curiosidad -continuó-. No le creí. Yo, por el momento, sigo perseverando con la escritura. La meta? La eficacia? La efectividad? Se la dejo a otros. Es pasto de -otro- Campo.
Saludos cordiales,
cav.
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