23.11.12

El Cielo y el Infierno


Prescript. Creación de hace exactamente 2 años 2 días.
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By © Claudio Álvarez Velden. Santiago, 21-Nov-2010.

Conozco el cielo y el infierno, mas no en una vida eterna que desconozco, sino aquí, mientras –durante tantos años– mis pies han caminado por la tierra.

Nadie elige su familia, tampoco el nacer, al menos en un sentido de decisión individual personal que concierna al individuo no nato. Suele ocurrir que personas deciden tener criaturas, pero la decisión pasa entonces a pertenecer a quienes devendrán a padres si es que el sino lo permite. No creo en el determinismo, creo en el azar. Mas con esta premisa, es difícil comprender el por qué de estar acá. Se vive para sobrevivir, lo mismo sea en el paleozoico o en el siglo XXI. Los sujetos inadaptados, de acuerdo a la teoría darwiniana, tienden a desaparecer. El avance de la técnica intenta revertir esta cuestión. ¿Por qué este afán proteccionista, propio de la raza humana pero no visto en la sabia naturaleza?. Se intenta afanosamente –sobre el sentido, no me pronunciaré– retrasar la muerte, rehuirla, mientras la calidad de vida de muchos zozobra y la dependencia de terceros se hace parte de la rutina. ¿Cómo clasificar el sentimiento detrás de este comportamiento: Cobardía, egoísmo, abandono, desidia, altruismo, amor, egolatría?. Miedo al castigo, podría se uno de los leit motiv de muchos. Castigo divino, amenaza la iglesia. Justicia divina, señalan otros. Eso es herejía, replicaría la iglesia.

En el Santiago que se fue y en el que vendrá, siempre ha existido y existirá un velo sobre ciertos temas. Como botón sólo indicar que no se está en Chiloé para culpar al trauko, pero se tienen los recursos para viajar a las europas donde una limpieza y zurcido dejan a las ‘señoritas bien’ totalmente virginales y,  como tales, se las lleva a la misa dominical para que se les impregne o adquieran una bula espiritual. ¿Doble estándar? ¿Egos y alter egos?. Habrán otros que se pongan vestiduras para calificar, aun cuando el tejado de cristal se caiga a pedazos sobre sus cabezas. “Dejé de ir a misa los domingos, pues siempre me encontraba allí con mis queridos”, señalaba en un matutino una sensual, sofisticada y refinada Venus de la cota dos mil de la capital. ¿Quién juzga? ¿Por qué habría de juzgar?.

Cada vez más el vacío llena los corazones y turba la mente, mientras el tarotismo, la psicomagia y las religiones se reparten el mercado. Desesperanza, desazón, miedo, angustia, son precisamente la fuerza motriz de este mercado. Se requiere creer en algo. No se puede resistir estar sólo en este mundo. Se quiere creer que existe un orden. Se quiere creer que hay un motivo. No conozco otra vida y la que conozco es ésta, con dolores y felicidades. Con infiernos y cielos, personales. 

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