17.6.12

Remembranzas o el Placer de negociar en una posición desfavorable (+ Entrega 27)


By © Claudio Álvarez Velden. Santiago, 17 de junio de 2012.
Negociación. Negociación. Qué fucking cosa escribo al respecto si nada hay en la prensa, nada en las novelas que leo, nada en la tv que solía ver, nada en mi vida -aunque si la hubiera, no creo hablaría de ella-, nada en la de mis amistades y conocidos... O casi nada. Efectivamente hay una cosa. Al menos una que recuerdo. En realidad dos. Quizás tres, ahora que hago un esfuerzo por rememorar algo que sirva a este propósito. Aunque debo advertirte, querido lector, que es un poco oscura, algo libertina y no apta para pechoños ni “señoritas”, así que detente aquí si tus inmaculados ojos no quieren ser partícipes pasivos de tan profano acto de herejía, atentatorio contra la moral y las buenas costumbres de este Santiago de cínico conservadurismo, ofuscador y doble estándar. Detén, por tanto, tu lectura, puritano lector, baja el documento que a continuación pongo para tu placer -y por el que vienes a estos lares-, cierra tus ojos (o ponlos blancos y elévalos al cielo) y retírate, Ipso Facto, de tan profano sitio.

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La Anto -nombre artístico que ahora utiliza para que no la reconozcan en la calle- tiene 20. Trabaja en un céntrico local de masajes de la capital. El 2007 tenía 15. En aquel entonces estudiaba en un conspicuo establecimiento educacional de la zona oriente de Santiago, hasta que la echaron. Al parecer, no les gustó a los sostenedores que a tan temprana edad se divirtiera realizando fellatios -o felaciones, en español- a  sus compañeros y menos aún, que se dejara filmar con el uniforme del colegio y "permitira", luego, que lo exhibieran en internet. Mala publicidad para ellos. Para ella?. Daba lo mismo, ese era su problema. Se enteró, el director, tras ver el video que sus compañeros -al que le brindaban gratuitamente tan sublime placer y quien filmaba- subieron a la red. Todos condenaron a la chica. Las penas del infierno cayeron sobre ella. Cada cierto tiempo se requiere quemar a alguien para purgar los pecados de toda esta sociedad ultra conservadora y cínica. El director, los padres, los jefes, los curas y todos los hombres, pusieron los ojos blancos, mirando al cielo, en un acto de contrición extrema, solicitando el perdón por  aquella criatura de alma libidinosa, enfermiza y repugnante, que, sin lugar a dudas, merecía ser condenada y castigada por actos públicamente reñidos con la moral y las buenas costumbres. Los potenciales “hombres” probos en los que devendrían sus compañeros que subieron el video, obviamente, no fueron condenados, ni castigado, ni menos aún, expulsados del colegio. Vivimos en una sociedad machista, donde se aplaude que un chiquillo pueda conocer el placer de todas las chiquillas, pero se condena con gruesos epítetos, en cambio, a una chiquilla que, por natura o libre albedrío, gusta conocer el placer de todos los chiquillos. Acá no aplica aquello de la ley pareja, sino únicamente, la del embudo. Punto.
La, ahora Anto, desapareció de las redes sociales. Su fotolog fue cerrado. Los videos, eliminados de todos los sitios -la Anto provenía de una familia influyente, de otra manera no se explica esta inusitada situación; aunque no tanto como la del conocido animador nacional que, también en aquel entonces, miró al cielo con ojos blancos y que tras insinuarse tibiamente la paternidad de un hijo, nada más se dijo en los medios-. Los diarios hablaron lo mínimo de la -actual- Anto. Lo mismo, los matinales y la ministra del Sernam. -Son 5, adicionales, si lo quieres sin gorrito, le dijo a mi amigo, cuyo nombre no quiero rememorar, que se encontraba como alguno de los dioses lo había mandado a este pérfido mundo, mientras permanecía recostado, de espalda, en aquella camilla donde había ido por un masaje -reductivo, obvio-. -Ya, está bien!, contestó raudamente y sin entender del todo lo que le habían dicho. -Termina con la boca, agregó a continuación, ya ad portas del paraíso. -Son otros 5, volvió a señalar la Anto. -Sí, sí, está bien!, balbuceó mi amigo ya sin pensar, mientras elevaba la mirada al cielo y ponía los ojos blancos, al igual que aquellos hombres que la condenaron, los han puesto: Directores, curas, jefes, animadores, diputados, presidentes, el mismo padre de la Anto y hasta el marido, quien obviamente cree que trabaja en un call center. Mi amigo, que es un libertino por naturaleza, además de fresco y no cínico, le agradeció por el placer "de haberla conocido" y charló, luego, de la vida, de este santiaguinismo ofuscador, de la falta de oportunidades, del modelo socioeconómico imperante, de las 550 lucas que obtiene mensualmente cuando le va bien y del doble estándar de la sociedad en su conjunto desde tiempos antiquísimos -si no me cree, lea a Jorge Délano Coke o a Edwards Bello. Ya dije, yo no miento-. Tras irse, mi amigo, de aquel paraíso terrenal, pensó que Javier Garcés, el protagonista de la novela de Bayly tenía razón: “Me caen mal los chilenos porque son falsos, hipócritas, fariseos, taimados. Me caen mal porque simulan ser conservadores cuando son libertinos. Me caen mal porque tampoco son buenos para el vicio, porque les sale el pudor y la mojigatería y cada tres calles hay una estatua al fascista santificado de Escrivá de Balaguer. Me caen mal porque suelen ser lambiscones, desleales, buenos para la intriga y el chisme”. Parafraseando a Mafalda, mi amigo diría que le gusta Chile; lo que no le gusta son los chilenos. Yo, tras escuchar su relato, no pude sino reir a carcajadas y recomendarle que para otra vez leyese el artículo de Del Campo sobre Negociación, donde se señala que el peor momento para negociar es cuando se está en una posición “desfavorable”. Mi amigo, que conoce mis ironías y exabruptos, no pudo sino reír y recordar, para nuestro placer, el chiste del maestro Po cuando el pequeño Kwai Chang Caine le preguntaba: Maestro, por qué tienens los ojos blancos?...

Saludos cordiales y happy sunday night.
C. Álvarez Velden

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