2.7.12

Competencias y Cargos o Ingenieros y Busconas (+ Entrega 29)


By © Claudio Álvarez Velden. Santiago, 2 de julio de 2012.
El tema de las competencias fue utilizado, según Del Campo en esta nueva entrega de Carrera Profesional, a partir de 1973 como una manera de predecir el éxito que tendría una persona en un determinado puesto o cargo. Resulta meridianamente comprensible que no se requieran las mismas competencias para vender seguros de vida -como la Jo-, que para vender en una farmacia -como la Susan- o equipamiento de laboratorios -como la Vero- ; tampoco, para “trabajar en un call center” -como la Anto-, o en un night club -como la Aby-, o atendiendo pacientes trastornados mentalmente -como el Juanpa- en una clínica con fines de lucro -como la Sandra-; menos aún, para trabajar en informaciones en la nueva Torre de Babel santiaguina -como la Sole- o en un centro de investigación y desarrollo de una compañía de capitales nacionales con presencia internacional y sueldos comparables a la industria de golosinas -como la Andre-. No, claro que no se requieren las mismas competencias. Cada cargo, posición, función o actividad, requerirá un conjunto de atributos, características, habilidades, conocimientos, destrezas, visión del mundo -ya se ha hablado respecto a la dependencia de la realidad con los valores, prejuicios, creencias y experiencias del observador- de las personas que las ejerzan, de modo tal de ser competentes en lo que hacen.
En un pasaje de Confesiones de un Pagano se lee que el protagonista, Juan Pablo Verdi -ingeniero de 35 años, nacido y malcriado en la capital, de personalidad multipolar, según diagnóstico clínico de su psicóloga con privilegios y también etiquetado como pitia’o por su privilegiada guía espiritual o loco, por otra de sus queridas, y quien en sus propias palabras ha dicho que ha caminado por el cielo y el infierno, pero siempre ha mantenido los pies en la tierra-, en un hilarante monólogo introspectivo, se pregunta respecto a sus competencias, entendiéndolas como talentos: “Una vez satisfechas las necesidades básicas en la pensión Soto, el hombre debiese intentar responder, o al menos plantear, las preguntas esenciales: Cuál es el sentido de la vida? Para qué estamos acá? Qué hay después de ésto? Cuáles son mis talentos? Para qué soy bueno? En qué puedo servirla?. De qué sirven mi prollijidad, elocuencia, perseverancia, creatividad y pasión?”. Por su parte, Roberto Haebig, en sus memorias -Los Últimos Días de Roberto Haebig-, también se refiere a sus talentos o competencias: “Me han acariciado, besado, satisfecho en la cama, dicho que soy sensacional, buen amante, que nunca se olvidarán de mi. Que todas las partes de mi cuerpo -mido yo más de un metro ochenta de estatura- tienen la misma proporción respecto a la altura, entre otras tantas afirmaciones de esa naturaleza, que no describo por mesura”. La altura de Haebig le sirvió para conseguir trabajar en la Metro-Goldwyn-Meyer, doblando a Boris Karloff. La prolijidad, elocuencia, perseverania, creatividad y pasión de Verdi, a crear su imperio en la industria de belleza. En ambos casos, por otro lado, sus competencias permitieronles ayudar a todas ellas a Escapar al Paraíso. “Las mujeres y los libros son mi pasión. Las mujeres son como los libros”, se lee en otro pasaje de Confesiones de un Pagano. “Cada mujer es una historia. Cada libro también. Me gusta recorrerlos de principio a fin, brindándoles el más delicado trato. Escudriñarlos en detalle. Entender sus historias, sus motivaciones. Construiría altares en torno a ellos. Son mi fetiche. Son mi pasión. Son mi droga. Cada libro es un mundo; cada mujer tambien. En cada uno de ellos reconoces a otros; en cada una de ellas, también. Todos los libros son todos; todas las mujeres, también”. -Yo soy única-, espetó repentinamente la privilegiada psicóloga a Verdi, tras sorprenderlo al confidenciarle que no le gustaban los chocolates, en respuesta a que éste no conocía mujer alguna que pudiese resistirse a los chocolates, mientras sacaba unas exquisitas y aromáticas trufas. -Sí, pero esa es una respuesta cliché; todos son únicos-, señaló un todavía pasmado Verdi. -Quizás por eso y otras muchísimas cosas-, pensó, -ella, como otras tantas, también me fascina-.
Las fortalezas y debilidades son situacionales y dependientes de la intensidad con que se las utiliza, se lee en esta entrega. En este sentido, ser empática no sirve si se trabaja sola investigando los atributos afrodisíacos de la carne de jabalí; tampoco ser dulzona, si se trabaja en cobranzas; ni risueña, si se es fiscal. No se puede ser adusta en informaciones ni tener mala ortografía si se es secretaria o profesora; aunque esto último no es relevante ni deseable, si se trabaja en un “call center” o en un night club, donde la simpatía, la paciencia y la sensualidad son requisitos excluyentes. En otras palabras, no todos los cargos y posiciones requieren las mismas competencias.
“Muchas veces el ser humano, al dar una limosna, se limpia la conciencia. Eso me ocurrió en aquella ocasión. Pero tal vez hice mal. Es posible que aquel medio día haya convertido a una noble y modesta mujer en prostituta”, reflexionaba el ingeniero William Haebig, tras su paso por San Petersburgo, Rusia. Habría que agregar, eso sí, que sólo se será competente en cualquier actividad que se emprenda, si se tienen las competencias necesarias. De lo contrario, todos seríamos ingenieros, como el Haebig o el Verdi. O busconas, como la María Magdalena.
Saludos cordiales y que tengan una profunda y fecunda introspección respecto a sus competencias,
C. Alvarez Velden.
Bajar acá Cuáles son sus competencias? del arcaico semanario gratuito Carrera Profesional.

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